Sin palabras te quedas cuando recibes algo así:
«Hola Javier:
No sólo te envío una foto de Abu. En esta ocasión tengo mucho más que decirte sobre él. Desafortunadamente, estamos empezando el final del camino respecto del cáncer de mi marido y Abu se ha convertido en el más atento, delicado y cariñoso enfermero. Al mismo tiempo es mi compañero, mi fuerza, mi momento de risa, al menos una vez al día, mi protector por las noches…
Me he ido a la habitación de invitados, para que mi marido esté lo más cómodo posible. Y, sin decirles nada, Abu y Lucas, el gato, se han trasladado conmigo. Lucas duerme abrazado a mí y Abu en su camita pegada a la mía. Si yo me levanto a comprobar como esta mi marido, él se viene conmigo. No descansa hasta que yo no me vuelvo a acostar.
Se ha convertido en mi apoyo, mi fuerza, mi mejor amigo y sabe ver en mi alma. Siempre a mi lado cuando lo necesito. Y haciéndome reír cuando estamos afuera, escondiendo higos, cavando agujeros en los sitios más insospechados para hacerse un refugio. Y siempre, volviendo a pedir mis besos, que valora tanto que me da fuerzas para todo. No soy de creencias religiosas, pero mis animales me hacen creer que si sabes estar atento, encontrarás amor del bueno, del mejor…
Cada uno de los animales con los que he compartido mi vida me lo han hecho ver y Abu, como no podía ser menos, es mi caballero andante. Espero encontrármelos a todos en el más allá, sea lo que sea. Es triste que la experiencia con personas sea «otra historia», pero las personas tenemos lo que nos merecemos.»
Te quedas sin palabras, pero piensas…
Piensas en lo que un animal que ha pasado por más de cinco años de maltratos y abandono, es capaz de sentir y de dar. Piensas en lo corta y a veces injusta que es la vida. En el tiempo que perdemos en tonterías y banalidades que no nos dejan ver lo realmente importante que tenemos justo al lado.
Piensas y te das cuenta que ya sólo este escrito da sentido a los diez años de vida y labor de ANERPA.
